Amigos son los amigos…

… o aquellas asignaturas pendientes.

Sin deseos y sin obligación, ahí estaba yo. El tumulto y el sonido, me exasperaban. El lugar, poblado de una fauna deseosa de «heavy metal», me aturdía. El cemento y el vidrio no colaboraban con la acústica.
Sabía que debía tener el coraje de tolerar al menos, una hora más. El estruendo de distorsiones eléctricas enfurecidas intentaban condenarme a una insipiente sordera. Quiso mi oído salvarme, por simple cortesía; desarmando el sonido en mi cabeza, pude sujetarme a uno solo: el de una guitarra eléctrica.
No podía ver quien era «ese» guitarrista, el enardecido grupo que participaba del «pogo» me separaba visualmente de todo el entorno.
Aturdida pero rescatada, me dejé llevar; sentía que ese músico no pertenecía ni a la banda ni al lugar, pero ahí estaba, sonando, rescatándome.
Así transcurrieron los siete temas restantes, siempre de la mano de quien punteaba y arrojaba acordes que impactaban en el centro de mi mente y de mi pecho.
No solo fué aislarme disfrutando con aquel sonido, algo más pasó, fué extraño…
Al terminar el recital, pude ver al ser que me había protegido sin saberlo.
Mi pareja me dice: «-te voy a presentar a un amigo!!!…»
Allí lo ví acercándose: él era el «amigo»; el mago que había logrado transmutar el infierno en paraíso con su sonido… justamente, él (además de todo eso, éramos homónimos).
Lo saludé y sonriendo le dije: – vos no deberías estar acá y lo sabés ¿no?
«Si, lo se»- me respondió, mirándome fijamente.
Esa noche volví a casa, sabiendo que ese sonido había penetrado en mi alma y ya no saldría de allí.

Muchas veces más lo volví a escuchar, incluso en recitales que brindaba en su sala de ensayo exclusivamente para mí…
Compartimos charlas, miradas, salidas, infinidad de música, el calor de nuestras manos e incluso, la decisión de NO engañar a terceros.
Desde aquel recital pasaron diez años, y aún hoy al recordarlo siento como me enamoré del «amigo» de mi pareja, ahora también mi amigo; y uno de los amores que guardo con más recelo en ese rincón del corazón.

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Música que escuchaste mucho, pero muuucho mucho.

Dream Theater – «Erotomania» – Live

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