…de como se dramatiza lo insignificante.
En un rincón oscuro y solitario de la casa, esperaba, observando sus manos sucias. La penumbra encubría esas manchas que la inculpaban. La angustia danzaba en su garganta. Sentía que había transcurrido un siglo, sus pensamientos se negaban al triste holocausto de esa realidad. Una sombra de resignación galopaba en su mente. ¿Dónde quedaría su esplendor?
La imagen de sus manos manchadas, presente como estigma carcelero de un futuro de color indefinido. Sabía que tardarían en estar limpias tanto como tardaría en llegar su valentía. Más
Dicen que dijeron…