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–«¿Para qué me vas a comprar otra cartuchera, si la del año pasado está bien y me gusta?»– dijo Candorito mientras organizábamos la previa al inicio de clases.
Queda claro que no es amigo de determinados patrones de consumo que pululan en estos días…
Ver y oír a las madres que reniegan de precios y «calidad» en cuestión de insumos «escolares» al inicio de las clases, es parte de un coro griego que se repite cada año.
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A ver señoras: si usté acostumbró a sus hijos a que tengan ciertos elementos y/o productos que obedecen a determinados patrones de consumo, ¡¡hágase cargo!! El «merchandising» escolar, es oneroso y puede ser fatal…
¿Cuál es el sentido de pagar hasta cuatro veces más por algo, solo por su «marca» o por tener estampado a algún personaje de «moda»?
Señores, ¡¡recapaciten!!
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-Si no es de tal marca, no lo quiero!!!-, imponía a puro grito una niña a su madre, en un comercio. La demandante, no superaba el metro cinco de estatura. Y con un breve vistazo, era obvio que la responsable de aquel berrinche, no era la niña…
Me imaginaba la misma escena, en tiempos de mi infancia… ¡¡Qué bife en la jeta hubiera ligado!! Pero eso no sucedía, porque además de ciertos límites, toda esta parafernalia de chirimbolos con «dibujitos» al cuete, sencillamente, ¡¡no existía!!
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¿Acaso el gasto de dinero en elementos superfluos, garantizan las calificaciones de los alumnos?
Hay cosas en la vida, que no son directamente proporcionales…
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«Vaya Semanita» – Profesores y estudiantes, sus relaciones actuales.
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Dicen que dijeron…