Madre naturaleza…

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Continuando con la campaña: “Como evitar que en el futuro alguna potencial nuera,  venga con que su novio no expresa lo que piensa o siente”, hoy demostraré lo positivo de  incrementar el diálogo con nuestros hijos.

Con Candorito -para los que no lo conocen, mi hijo menor-, cada día contiene los más variados temas de conversación y  sus inevitables interrogantes, los que intento pilotear ya sea con mi extrema sapiencia (?), como con mi gambeta magistral y feroz. Esa que los años me han sabido brindar y la que quedará demostrada unas líneas más adelante.

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Pues bien, hace un par de días caminando con Candorito por las calles de ésta querida Mar del Plata, tomamos como tema central de nuestra charla: la primavera.
Observando lo que nos rodeaba, debíamos reconocer las particularidades o “fenómenos” que la primavera nos presentaba.
Así destacamos los brotes de los árboles –con varias especies en floración-; los pájaros con sus cantos más alborotados…
Hasta que nos encontramos con un grupo de perros cansados y agitados.

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Típico cuadro: perros tras una perra en celo. Todos ellos tenían el aspecto de una jauría que venía de caravana desde hacía un par de días.
Varias razas se arremolinaban en torno de una resignada hembra que, recostada sobre la vereda, reclamaba con su mirada por una pausa en aquella maratón reproductiva. Varios de ellos incluso, aún llevaban colgando trozos de sus correas, las que evidenciaban la fuerza de la pasión con las que habrían sido rasgadas.

Ante esto -¡¡obviamente!!- el niño preguntó que sucedía, a lo que respondí:
“-¡¡Es otra particularidad de la primavera!!… Ehmm… las perras comienzan con un ciclo que… ehmmm… en unos meses, va a tener cachorritos… Ehhmmmm… en este ciclo los machos también colaboran respondiendo al llamado de la naturaleza…” (?)

No pude terminar de redondear la idea, pues él, esbozó un: “-Ah… si, si…”

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Seguimos con nuestra caminata y unas cuadras más adelante, una pareja de púberes apoyados contra una pared,  se besaba con pasión apretándose uno contra el otro bajo el tácito mandato de doña hormona.
Las manos de ambos sobrepasaban la velocidad de la luz recorriendo esos rincones de sus cuerpos, los que en mi tierna adolescencia -allá lejos y hace tiempo-, aún desconocía su paradero…

Frente a este cuadro, Candorito me miró y dijo:

”-Ves, ahí tenés otro fenómeno de la primavera…  y en unos meses esa chica ¿también va a tener hijitos, no?…

En ese instante, estuve tentada de entablar una charla sobre geografía, literatura o física cuántica…

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El humor, todo lo salva.

Les Luthiers (1969)
Querida Condesa: El polen ya se esparce por el aire.

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