Hola, ¿qué tal?…

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«-Hola ¿qué tal?: esa fue la simple frase que dije al entrar al negocio.
Debo admitir que al salir, pensé en que debería haber dicho un «buenas tardes» como corresponde y punto.

Una carga virtual para el celular y una golosina para Candorito era lo que buscaba, pero desconocía que tras estos simples requerimientos, se desataría una sesión de «terapia express» para la cual, nadie me había avisado…

La mujer que atendía comenzó a hablar sin parar, y yo sin saber que  hacer.
Tampoco expuse mi rostro de «te presto atención», ¡¡juro que no!!

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Gentilmente intentó evacuar todas mis dudas(?), las que nunca formulé, las que no me interesaban y las que no quería escuchar, pero ella desgranó sobre mí un sinnúmero de cuestiones: sonriendo y  con los ojos extremadamente abiertos.

Inició el monólogo, con las mínimas pausas para que le dijera mi número para la carga y eligiera la golosina.

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No dejó lugar a dudas: dijo con insistencia y reiteración que su necesidad de Facebook (?) solo se debía a que tenía que dejar en claro que ella seguía siendo la misma mujer sencilla de siempre a pesar de ese novio celoso que tiene un auto caríiiiiiiisimo -hombre que adora demasiado los autos, demasiado ¡¡DEMASIADOOOO!!-, y el que además sería quien la llevaba -y llevaría- ¡¡SIEMPRE!! a cada reunión de ex alumnos organizada por la red social.
Dice que intentó ir en su propio coche, que hizo todos los esfuerzos, pero solo consiguió que su novio, el celoso, se enojara. Además parece -y por si fuera poco-  tiene que tolerar las críticas de sus ex compañeros de escuela porque…

Eso no se si lo dijo, porque gracias a Zeus, yo ya estaba alejándome de allí en cuerpo y alma.

Lo admito, no es el primer ser humano desconocido que me toma de rehén para referirme sus cuitas de vida… pero…

¡¿Por qué a mí?!

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Ahora un video, para que recuerden que…
¡¡el ejercicio es salú!!

Eso es ejercitar, ¡¡JÁ!!

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