Agradeciendo…

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Mi querida amiga Marina del blog «Cruzando las Grandes Aguas«, tuvo la deferencia de entregarme el Premio «Kreativ Blogger«, el cual agradezco de corazón.  Dicho galardón cuenta con varias normas establecidas, las cuales -y como bien es sabido en mi caso- no cumpliré, pues… pocas veces respondo a parámetros establecidos -¡¡¡y así me va!!!-; pero no podía dejar de agradecer este gentil ¡¡¡y cariñoso gesto!!!

¡¡Gracias amigaaaaa!!

Las reglas de este premio:
* Entregar el premio a siete blogs creativos.
* Seguir una cadena contando siete secretos personales.

Por tal, considerando que todos mis amigos «blogueros» son creativos, les entrego este premio ¡¡a todos!!…
Llévenlo, antes de que me arrepienta ¡¡¡caramba!!!

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Y hablando de siete secretos personales, podría decir que tengo muchos más que siete, pero como el tiempo es oro en la lectura de un blog, solo me limitaré a contar uno.

Confieso abiertamente:
Siempre -¡¡SIEMPREEEE!!– lloro cuando miro el programa «Extreme Makeover – Home Edition«.

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No importa si mis hormonas indican que estoy en los días para «cara de perro que muestra los dientes» o para el «rostro y actitudes neutras», nooooo, no ¡¡noooo!!  Es cuestión que de casualidad pase por los canales que emiten este programa –Discovery Home & Healt o Infinito, en Argentina-, para que vaya a buscar mi caja de pañuelitos descartables…

Cuando su presentador -Ty Pennington- aparece, empiezo con los primeros lagrimones. No es para menos: el programa muestra como en siete días cumplen con el sueño de una casa -¡¡bellísima!!- para familias de diferentes lugares de USA -como en su versión de Inglaterra y en varios países más- que habitan en casas «precarias» y en una semana  pueden acceder a una casa digna y adecuada a sus necesidades.

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Ty Pennington (lo admito: es un bombón!!)

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El detalle está puesto en que cada familia es elegida por razones muy puntuales: han habido casos en las que perdieron su hogar por el Huracán «Katrina»; otro programa fue dedicado a una familia que había perdido su casa por un tornado, el que además había dejado a la madre en silla de ruedas. Otro caso fue el hogar para un ex-combatiente al que le faltaban ambas piernas; otra fue una casa para una familia formada por el padre y tres niñas muy pequeñitas que habían quedado sin su madre, pues había fallecido de cáncer muy joven; otra fue la de una familia con una niña con leucemia… ¡¡y muuuuchas más!!!

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En una semana construyen comodidades impresionantes, con delicioso buen gusto y cubriendo las necesidades de cada caso en particular. Sin contar que mientras dura la «construcción» los dueños son enviados «de vacaciones»  para que disfruten de la semana en las que sus casas se hacen realidad.

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Mientras lloro como una Magdalena, en la pantalla se puede ver como los vecinos de la comunidad a la que pertenecen los «beneficiados» participan ayudando a -en primer lugar- demoler la antigua casa, para luego construir la nueva.
Me deshidrato en llanto con  la emoción de los propietarios cuando regresan y se sorprenden viendo sus nuevos hogares. Lloro como condenada con cada detalle, con el llanto de los que la alegría los embarga por completo: lloro, lloro y no paro de llorar…

Tal vez todo esto esté relacionado con el sentido que tiene para mi «la vivienda«, nuestra casa, el hogar… ese espacio que da contención, que es refugio, que es lo prioritario en esta vida…

Pues ahora ya lo saben: yo lloro.

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Tributo por los 100 programas… 100 hogares.
Está en inglés, pero se entiende muy bien lo que dicen…

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