Huellas…

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Hoy es inevitable que me visiten los recuerdos de todas aquellas cosas  que disfruté junto a ella.
El destino quiso que se fuera de mi lado -de nuestro lado- y que ya no estuviera cerca físicamente de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerla. Tempraneando nos dejó, pero todas sus enseñanzas y recuerdos siguen con nosotros. También a puro gen, nos sigue acompañando…

¿Quién pondría en dudas lo que heredamos de nuestros progenitores?
Ese mágico sello que se esconde en nuestras células, que cotidianamente nos recuerda hijos de quien somos.

Tal vez desde el simple detalle de unos «remolinos» en el cabello, pecas o un melodioso tono de voz. Pasando por particularidades tales como caprichos, enojos o arrebatos de mal humor.
La mayoría de los detalles que nos hacen quien somos, llevan la firma de nuestros padres, abuelos… y así hasta perdernos en enmarañados caminos genealógicos.

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No necesito de días «especiales» para recordar el sonido de su voz, simplemente escuchando mi voz, ella está presente; para recordar sus gestos pícaros, me ayuda con observar a mi hija mayor…

Mi madre dejó  la huella de su amor, de su sensibilidad y de su simpatía. Dejó huella con sus manos y su actitud. Pero dejó la marca inequívoca de su herencia genética, que hoy pasean por el mundo sus hijas y mis hijos: sus nietos… Y así seguirá. Pues así lo manda la naturaleza.

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¡¡Para vos mami!!

Roberto Goyeneche – Naranjo en flor.

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Más allá que nuestro paso por este «Reality Show» -que es la «Historia de la humanidad»-, sea breve,  intrascendente o con demasiadas ocupaciones, no dejemos de disfrutar de nuestros seres queridos, pues allí radica uno de los mejores secretos de una vida plena.

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Publicidades del día de la madre

Jamás dejemos de expresar nuestros sentimientos…

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«Referencias»

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