Talento…

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Por estos tiempos es común ver a diversos personajes que se hacen llamar artistas, los que parapetados tras cámaras de televisión o en portadas de revistas, muestran sus ausentes dotes de bailarines y, sin que se les mueva un pelo por la vergüenza, hasta editan libros y material discográfico.

Pero aquí estoy yo, padeciendo una inmensa vergüenza ajena. Sufriendo tanto bochorno al saber que mucho sátrapa -devenido en productor-, avala las carreras de innumerables señoritas ligeras de ropas y de tanto sordo que se cree cantante…
Y así, los engendros carentes de todo talento, suman y siguen. Esto -obviamente-, sin olvidar al sordo o al ciego que compra este material.

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No podrían dimensionar la pena que me embarga ante tamaña mentira seudo artística, pues conozco a infinidad de verdaderos  talentosos, los que con años de estudio y esfuerzo,  no pueden contar con el dinero o los espacios para desarrollar su arte.

¡Vamos!, que no surgió ayer esta moda de ensalzar a los inútiles. Son parte de un sistema que pareciera indicar: «sin talento y sin el más mínimo esfuerzo, se puede llegar muuuuy lejos»… y obviamente, ahí se encolumnan los mediocres y los inútiles, con madres, tías y abuelas que los elogian…
Tampoco olvidemos la imagen: pues los traseros pulposos y tilingos, venden. La imagen está por encima del talento: horror.

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No he descubierto la pólvora y este desmadre no es reciente. Lamentablemente el arte, hace tiempo que viene siendo usado como catapulta al éxito por algún trasnochado,  al que un advenedizo -luego de un par de copas-, lo alentó con un «¡¡que bien que cantás», o un «que bien que bailás»… Sin contar los favores que pueda haber de por medio.

Cantar, tocar un instrumento musical, actuar, bailar, pintar… son todas disciplinas que engrandecen al arte y requieren de estudio y práctica, no son cuestiones de hoy para mañana.

Desde tiempos inmemoriales el hombre se valió de ellas para expresarse. Para destacar la cultura de una sociedad, para marcar hitos en la historia de la humanidad, en definitiva también: para hacer historia.

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Desconozco desde cuando algunos avivados iniciaron su ingreso al arte, entrando por la ventana -como lo hacen los delincuentes-, pues para mí… son simplemente eso. Con su falta de ética y profesionalismo, le quitan al arte su verdadero sentido.

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No imagino como en otras profesiones podrían llegar a  ingresar tan fácilmente. No creo que cualquier inútil sin preparación,  con bisturí en mano entrando a un quirófano, pueda decir:  «-Voy a probar como me sale… ¡¡mis amigos dicen que lo hago re bieeen!!»
O cualquier tarado, con una regla T bajo el brazo, anuncie: «-Voy a construir un puente… ¡¡siempre me gustaron los Rastis!!»

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Fragmento de la Ópera «Turandot» -Nessun Dorma-  de Giácomo Puccini. Interpretado por Paul Pott -participante de un concurso en Inglaterra-, al que por su aspecto el jurado no le tenía mucha fe…
Aunque su fisic du rol no fuera el de un galán de cine, terminó ganando  el concurso ¡¡pues cantaba de verdad!!

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Este fragmento musical además, tiene el secreto encanto de que cada vez que lo escucho, ¡¡lloro sin parar!!

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