Y sus consecuencias en mi mente…
.
.
Cuando lo vi acercarse, no reparé en que su sonrisa sobrepasaba los límites permitidos para deambular por las calles, de todos modos lo que me resultó verdaderamente extraño fue que su enorme y simpática expresión, se dirigía hacia mi persona.
Para cuando ya nos encontrábamos a una distancia mínima, me sonrió aún más y me dijo: -¡¡¡Holaaaaa Alejandra!!!!… ¿cómo estás?, ¡¡¡¡tanto tiempooo!!!…
Evidentemente conocía mi nombre, y me tenía aprecio… digo, por su efusiva forma de saludar.
Mientras tanto yo intentaba que no se notara mi incomodidad.
Busqué desesperadamente en mi archivo mental: abrí todos los listados. Parientes, amigos, parientes de amigos, amigos de parientes, vecinos de parientes, parientes de vecinos, conocidos de conocidos de amigos o parientes… pero no, ¡¡no encontraba la ficha que identificara a este amable desconocido!!! Más
Dicen que dijeron…