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Casi una ficción…

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Nos habíamos encontrado en un café.
Ella lucía melancólica y hacía tiempo que no hablábamos, como para saber que sucedía en su vida.
No tenía buen semblante y se lo comenté.
– Vos sabés como soy… respondió lejana.

Sí, ella era apasionada y vivía buscando algo que le diera sentido a su vida. Y si esa búsqueda significaba hombres y realidades que  escaparan al encuentro con ella misma, la llevaba adelante.

Observándola -y luego de una pausa-, murmuré un –Si… te conozco– mientras oía la lluvia caer.
La tormenta, para entonces, arreciaba con intensidad y la gente por las calles corría intentando huir del agua.
Tras una pausa revolviendo su café y habiendo estado meditando alguna idea, agregó:
-… Además, podría mentir y decirle que no lo amo… tal vez así pueda estar tranquilo… ¡¡No soporta cuando vuelvo a casa con mi marido!!!…

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En ese momento, abordar una conversación con algún tema casual, no era tarea sencilla. Pero en mi interior había numerosos interrogantes, los cuales no hubieran existido de haberla visto feliz…

-¿Cómo te las arreglás para estar con ambos?– le pregunté, intentando saber como hacía para no caer en un terrible estrés.
-No lo sé… los amo a los dos, así puedo… –, contestó con ojos tristes.

No mentía, los amaba profundamente, pero no era sincera con su vida, ni con su marido que la adoraba.
– ¿Te sentís mal por ser infiel?– pregunté como si la  Inquisición en pleno me diera letra.
– Creo que no…

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Su respuesta finalizaba el diálogo. Su esposo había llegado a buscarla, con cara de enamorado y un paraguas.
Nos despedimos.

Me quedé en aquel lugar esperando que el chaparrón terminara. Mientras pensaba en su padecimiento y en el de tantos infieles.
Tuve la certeza en ese instante de que tal vez, el mayor engaño era… hacia si misma.
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Billy Joel – Honesty (subtitulada)

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