En épocas de estudiante de música -hace siglos- tuve la suerte de conocer a un maestro maravilloso, que con particular encanto, lograba incitarnos a encontrar la sensibilidad necesaria, poniéndonos a distancia de libros y teorías. Recuerdo que en oportunidad de asistir a una de sus clases, fui testigo de una lección especial.
Un alumno debía reconocer y diferenciar tonos mayores y menores, solo escuchándolos. Luego de varios intentos fallidos, el profesor lo observó y le dijo: -Escuche m’ijito… ¡¡¡ESCUCHE Y SIENTA!!!
La nebulosa seguía instalada en el joven, mientras el profesor seguía paseando sus dedos por el teclado de un piano solapado que le «cantaba» las respuestas. Nuevamente, sin dejar de tocar le requirió: -¡¡¡Digamé lo que siente!!!- mientras sonaban acordes tristes. Pasados unos segundos, con la cara iluminada el discípulo gritó: ¡¡TRISTEZA!! Más
El profesor de música…
09 Jul 2008 33 comentarios
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