En tus manos…

… soy otra.

Una ducha rápida, no podía dejar pasar más tiempo. Me vestí sin demasiadas pretensiones. Sabía que mi prendas, al estar juntos, serían un detalle pasajero. Subí al taxi ansiosa rumbo a lo esperado.

Al llegar abriste la puerta sonriente, sabíamos que volvería. Pocas palabras, no era ajeno a nosotros lo que sucedería. Luego, la luz rojiza; la que me sumerge en lo más profundo, la que ilumina mis sensaciones con su brillo y su calor.
Me ayudaste a desvestir, de la manera que solo conocen los hombres como vos.
Te tomaste el tiempo y el cuidado que estas situaciones requieren. Tus manos en mi espalda fueron la caricia anhelada. Recorriste con tranquilidad mi superficie, me fuiste liberando sin miramientos. Robaste de mis entrañas los gemidos mas primitivos. Todo fue delineado, milímetro a milímetro, por tus manos. Por cada uno de tus dedos…
Te siento el mago de mi espalda, de mis hombros, de mi cuello. El alquimista que aquieta mis tensiones. El que devuelve tranquilidad a mi espíritu. El hacedor de milagros en mi cuerpo. Bajo el hechizo de tu tacto inteligente, estaré siempre cautiva.

El miércoles volveremos a vernos. Mis noches recuperaron el verdadero descanso, sin esa maldita contractura que martirizó mi hombro izquierdo durante días. Todo gracias a vos ¡¡¡y sin tomar analgésicos!!!!… un verdadero mago, che.

Fisioterapeutas y kinesiólogos como este, deben ser recomendados. Además, cada sesión del tratamiento no cuesta mucha guita, eso es importante… ¿o no?.

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Existen otros tratamientos, yo… no los recomiendo.

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