La «Nueva»…

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Habíamos venido ensayando como perros, teníamos la lista de los temas que tocaríamos, habíamos calculado el tiempo que duraría la primera parte y la segunda entrada. Todo estaba organizado. Esa noche sería el primer «recital» remunerado del grupo.
Con cara de pócker ingresamos en aquel «Cabaret«, si así como suena: un cabaret de verdad. Esos lugares donde hay señoritas que «danzan» con poca ropa y esas cosas…
El lugar contaba con escasa iluminación (ahorrarían energía, seguramente), mucho olor a cigarrillo; se podía intuir que la higiene no era de las mejores.
No dije nada, era mi primera experiencia como «músico» en un lugar de estas características.
La noche ya iba directo para quedar en los anales de «anécdotas» inolvidables.
El dueño se presentó y nos llevó hasta el «camarín«, habitáculo reducido y pretencioso en denominación. Hasta ese momento había sido el espacio para que las chicas se cambiaran sus ¿ropas? Cuando fui al baño entendí cual era el nuevo lugar que les habían otorgado.

Antes de empezar el «show» (así lo denominaba el dueño), nos relajamos un poco, razón por la cual los cinco integrantes de aquella «formación – grupo – banda – orquesta» enfilamos para el lado de la barra, para enjuagar nuestros pensamientos con alguna bebida.
Pedí al ¿barman? un agua mineral, mientras esperábamos mis compañeros se ubicaron en un extremo de aquel mostrador. Desde allí se observaba mejor todo, decían (en aquella oscuridad, supuse que tenían vista de felino).
Esperando mí bebida estaba cuando escucho a mis espaldas, muy cerca de mi oído izquierdo un: -Hola, ¿sos nueva acá??
Sorprendida giré y vi a un hombre que sonreía intentando parecer gentil.
–Si, soy una de las que «toca» esta noche…– respondí sin pensar demasiado, sin analizar alguna frase más adecuada. Observé que el interlocutor se había entusiasmado con mi respuesta. No se que entendió ni que imaginó. Pero en ese momento escuché como mis compañeros se morían de la risa con la escenita… malditos!! (Aclaro que era la única integrante mujer).

Finalizada la primera parte de la actuación, retornamos a la barra. Sedientos por haber estado «zapando» duro y parejo. Nuevamente caí en cercanías de aquel galán que sin perder tiempo, arremetió diciendo:
-¿Querés tomar algo? te invito y después ¿podrías… tocarme algo?, si te parece…

Lo que me pareció fue que luego de aquella noche, ya no debía volver por aquel lugar, nunca más…

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Este vídeo está dedicado al gentil señor de los «ratones»…

DIVINYLS – «I Touch Myself»

 

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