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Habíamos venido ensayando como perros, teníamos la lista de los temas que tocaríamos, habíamos calculado el tiempo que duraría la primera parte y la segunda entrada. Todo estaba organizado. Esa noche sería el primer «recital» remunerado del grupo.
Con cara de pócker ingresamos en aquel «Cabaret«, si así como suena: un cabaret de verdad. Esos lugares donde hay señoritas que «danzan» con poca ropa y esas cosas…
El lugar contaba con escasa iluminación (ahorrarían energía, seguramente), mucho olor a cigarrillo; se podía intuir que la higiene no era de las mejores. Más
Dicen que dijeron…