Golpe final…

 …exactamente el último.

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Las luces de los patrulleros  resaltaban en la oscuridad de la calle. La sirena de la ambulancia entonaba  el alboroto del  barrio. Cuatro policías entraron corriendo, mientras los mirones se preguntaban sobre lo ocurrido. Nadie sabía nada.
Era un misterio la presencia de los uniformados, la realidad que los convocaba había sucedido tras cuatro paredes.
Ella lloraba sentada frente a su puerta, eran lágrimas secas y transparentes. Luego de unos minutos entró con su silencio y temor acostumbrados. Se movía entre los presentes sin que nadie reparara en su presencia.
Observó el instante exacto en el que esposaban al hombre que tanto había amado.
Se dirigió hacia la habitación de su hija. No estaba allí, escuchó el comentario de un vecino en el que indicaba que la  niña  se  hallaba en un lugar tranquilo y seguro con personas responsables.
Con inmensa tristeza recorría su casa entre personas que desconocía. Esas que  nunca había visto pero sabían de su diario sufrir y padecer.
Su hija y el miedo habían sido las razones para continuar al lado de aquel hombre.
No toleró un instante más y decidió irse. Al cruzar la puerta, entre médicos y policias pudo observar con sorpresa y estupor como cubrían cuidadosamente su propio cadáver lleno de moretones…

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Tú, yo y la muerte…

…hoy simplemente me limité a transcribir. 

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Julio 1948

«Y pensar que todo esto estará alguna vez habitado por la muerte. Que esta cálida madurez de tu piel, que sube por mi tacto hasta el abismo de mi desasosiego, tiene que desgajarse un día sobre su propio silencio desolado. Que este orden de cosas naturales, que hacen de ti y de mí y del agua y los pájaros, claros volúmenes para la vendimia de los sentidos, estará una tarde hundido en la niebla de lejanas comarcas. Que ese temblor de voces interiores que sube por tu sangre, que se anida en tu vientre como un hijo, cuando te hablo de cosas simples, elementales, como estas cosas tremendas de que estoy hablando, tiene que estar un día trasladado a otro cuerpo, cuando los nuestros sepan del peso de las piedras, y sin embargo siga siendo verdad el amor. Que este dolor de estar dentro de ti, y lejano de mi propia sustancia, ha de encontrar alguna vez su remedio definitivo. Más

«EL RENEGAU…»

…y «EL ACEITOSO» 

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Será que ha sido elegido el 19 de julio para las partidas. Será que la mañana gris me tuvo de rehén entre sus nubes pesadas.
Mi recuerdo de hace cuatro años, entrando en una sala velatoria no me ha soltado todavía.
No se lo reprocho a mi memoria, se lo reprocho al destino, caracho. Ese que de tanto andar rondando nuestras vidas, siempre algo tiene que sacarnos. Algo siempre se está llevando. Así, casi por sorpresa y por una descompensación inesperada se llevó a mi viejo. Simplemente la distancia física que la muerte requiere imperturbable. Pero no se fué tan lejos, simplemente siempre sigue acá, conmigo, en mi sangre, en mi memoria, en mi hijo menor. Ese enano que lleva sus gestos claros y seductores.
La mañana continuó gris, proponiendo tregua sobre el mediodía, donde el sol vino a calentar el cuerpo, pero no tanto el alma.
En la oficina la rutina diaria transcurría. Las planillas, el teléfono, los capuccinos y la radio. La emisora, desconociendo mis sentires, anuncia que alguien hoy también había partido. Era el NEGRO FONTANARROSA. Más

Las respuestas…

…esas, que nunca llegan.

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(Fuente Plaza Rocha – Mar del Plata)

Tarde fría. Me senté unos minutos en un banco de la plaza Rocha. Justificando la pausa con un cansancio mentiroso, con el invierno, la antigua fuente, el sonido del agua, el sol entre las ramas de los árboles; en realidad todo invitó y acepté.
Los pájaros arremetían al canto con un ímpetu envidiable. Poca gente en el lugar. Encendí un pucho. En otro banco, una mujer joven. Con aspecto triste tomó su celular y supuse, escribía un mensaje. Más

De multitudes…

…eso se comenta.

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También tiene su candor…

Rara magia la del fútbol, es una pasión, dicen. Venir de padre «bostero» y madre «gallina» me acercó un poquito a la número 5; aún siendo una niña cándida.
Haber mirado algún que otro partido, incluso otras disciplinas deportivas, me fué poniendo al tanto de varios secretos y virtudes, sin fanatismos locos. Más

Paciencia y candor, señor…

 … o el secreto de no haber tomado recaudos.

 

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Este es un niñito candoroso, señores!!!

Paciencia: requisito fundamental. Mantener la calma ante cualquier situación y lugar, otro. Intentar entender a los niños: es imprescindible. Temple, mucha temple y dinero, además, claro.
Estos, podríamos decir, son algunos de los requisitos fundamentales necesarios para sobrellevar la paternidad (además de muuuuchos otros!!!!). De lo contrario ante la carencia de estos  (y de todos los demás), deberían haberse tenido o deberían tenerse las suficientes precauciones… Más

Hay cosas que no tienen precio…

… y para todas las demás, se necesita menos guita.

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La posibilidad que tanto había soñado, había llegado. Tras un par de trámites y mails, ya estaba allí; venir desde tan lejos por un trabajo, lo emocionaba.
Arribó para la entrevista en la editorial y una vez anunciado al jefe de redacción,  esperó junto a los ventanales; fué desde allí que la vió. La necesidad de magia para su vida, el cansancio o locura, le hicieron pensar que sería ella. Estaba sentada en el café de enfrente. Cabello largo, negro, con manos  inquietas. Hipnotizado con sus gestos, con su boca no quería perderse ningún detalle.  Se juró que al terminar la entrevista cruzaría para estar con ella, si aún seguía alli. Más

No rompas el candor…

… o que poca paciencia para tanta insistencia.

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No se como comenzó su fantasía. Luego de largas peregrinaciones cerebrales para encontrar una respuesta adecuada, concluí que estaba motivado por algún secretísimo impulso. No incurrí en la estupidez de averiguar algo al respecto, no tenía sentido. Perdí la cuenta de cuantos rechazos ofrecí a sus solicitudes de atención. No me interesaba y punto. Este personaje ofrecía a su objetivo (yo) una serie de infinitos recursos, todos basados siempre desde su tesón, empeño, voluntad, insistencia, constancia y tenacidad. Más

Amigos son los amigos…

… o aquellas asignaturas pendientes.

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Sin deseos y sin obligación, ahí estaba yo. El tumulto y el sonido, me exasperaban. El lugar, poblado de una fauna deseosa de «heavy metal», me aturdía. El cemento y el vidrio no colaboraban con la acústica.
Sabía que debía tener el coraje de tolerar al menos, una hora más. El estruendo de distorsiones eléctricas enfurecidas intentaban condenarme a una insipiente sordera. Quiso mi oído salvarme, por simple cortesía; desarmando el sonido en mi cabeza, pude sujetarme a uno solo: el de una guitarra eléctrica. Más