Escarapelas de 25 de mayo…

… el homenaje a mi madre.

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Nació en fecha patria y en una ciudad junto al río, allá por el ’29. Se crió en el campo, disfrutando de cosas simples y amando la música; intentó poner unos dedos sobre unas teclas de piano como deseo sublime, pero truncado por un escueto presupuesto familiar que no permitió «el piano propio».
La mayor de cinco hermanos, a los que les recordaba que «ella para ejemplo, no alcanzaba…«
Debió dejar de estudiar temprano, para apechugar años difíciles. Se vino de Paraná, provincia de Entre Rios con su valijita y su gran sonrisa; la de los dientes perfectos y la ternura sencilla. Soñaba con encontrar futuro y plantarse en un lugar que pudiera dejarla ser «ella».
Vivió uno pocos años en Capital Federal, pero luego por el encanto de esta ciudad y el de mi padre, obviamente, se quedó a formar una familia en Mar del Plata…
Nunca tuvo quejas, siempre le metió energía a todo. Tiraba como buey para arremeterle a la vida, a la par de mi viejo. Jamás dejó de sonreirnos, ni de cocinarnos manjares inolvidables, o mantener su jardín: el más bello del barrio!!
Su amor por la música lo paseaba por muchos estilos; sus tangos preferidos, la música clásica, Serrat, algún temita de rock nacional de los años ’70…
Adorabamos escucharla cantar, su voz era hermosa, clara… Emocinaba seguido con algún tango y siempre tímidamente dejaba el mérito para el resto de la familia; que según ella, «son los músicos de verdad»… ( Ay mami, las partituras no te hacen músico de verdad, sabelo!!!)
Pase junto a su cobijo, los mejores años que un hijo puede pasar. Las anécdotas de su ciudad natal, de su quinta y su gallinas; de su padre y sus hermanos, de sus sueños…

Le dí el título de «abuela» en el «día del Tango» de 1987; el mismo día que Gardel había venido al mundo: un 11 de diciembre.
Resplandecía con su nieta, como a pocas personas he visto hacerlo en mi vida.
Con «su Lucía» en brazos y mientras la miraba con ternura dijo: «- esta beba tiene unos ojos que son el par de las más hermosas escarapelas que puedan existir…»; era el 25 de mayo de 1988, su cumpleaños número 59.
Diez días después, se iba de nuestro lado, rapidito, sin sufrimientos; así afirmaba ella que debía ser una buena partida de este mundo…

La vida tiene esas cosas, la pucha!!!.
Tantas son las cosas que cargan con su recuerdo en mi cotidiana vida. Las recetas de cocina con sus secretos, mi costurero heredado, las servilletas bordadas por sus delicadas manos… y su sonrisa en mi corazón.
¿Porqué se van tan temprano los seres plenos, tranquilos, bondadosos, llenos de luz?… sigo sin encontrarle la respuesta que me conforme…
Desde entonces cada 25 de mayo no es fecha patria para mí. Mientras sigo contemplando las «más bellas escarapelas del mundo» esas que llevan sus genes y su alegría, la sensación es y será, recordarla y extrañarla eternamente…

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Joan Manuel Serrat – «Aquellas pequeñas cosas»

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