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Ella estaba allí sin que pudieran verla, con su pelo blanco y un extraño gesto en el rostro. No era felicidad lo que iluminaba aquella mirada lejana, podría tratarse de burla o rabia. Desde donde se hallaba pudo ver como algunos sufrían a la par de su dolor y de su ausencia. No podía emitir sonido. Privada de realidad, guardar una secreta esperanza, la de acariciar a algún nieto, imposible!! Tomarse de la mano de aquel que por tantos años la había acompañado; se complicaba aún más!! Volver a estar con él, con su amor…
Probablemente su partida haya desencadenado este acontecimiento poco grato. Algunos junto a ella eran testigos de lo que el dolor de su partida estaba causando, este sinsentido. Ella, testigo cruel e invisible ante la soledad de su eternidad, observando… No estaba sola en su sentir…
La tormenta acompañó magníficamente la ceremonia. Sinfonía angustiante y quejumbrosa. A modo de marco escenográfico, prestaron su rostro los familiares de los «adultos» contrayentes. Criptograma genético. Cambalache de sentidos y la nada; mezcla de emociones y viles metales. La tecnología también acompañó a uno de los presentes, cual aliento y soporte técnico emocional ante la absurda realidad. Durante esos infinitos minutos, ella, desde donde se encontraba pudo verlo sufrir y saber de su angustia.
Las situaciones siniestras y risueñas entre relámpagos y truenos se sucedían agónicamente, mientras se avanzaba hacia lo … ¿inevitable?… Momentos imposibles de sostener transcurrían, como lo hace invitablemente la vida…
El juez realizó las preguntas de rigor; tras la aceptación de ambos nuevos cónyuges; las firmas determinaron el fin del acto legal; pacto irreal. Increíble suceso!!! Bajo otros aspectos hasta podría haber sido una ceremonia satánica.
Ella fantaseó relatar todo aquello que en plena ausencia pudo observar. Escribir todo aquello en un cuento o un poema; como por tantos años y en vida lo había hecho. Sin embargo, volvió a partir lentamente bajo la lluvia, sin que gota alguna pudiera mojarla. Nadie la vió llegar ni alejarse de allí. Estuvo presente, tanto, como pudo hacerlo…
Estuvimos presentes en ausencias. Ella, la «Babe» y yo; no pudiendo evitar el absurdo destino de los que padecen la soledad y seguirán padeciéndola, lamentablemente…
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Mar 16, 2007 @ 00:51:21
Ella siempre vuelve a reclamar por él. Supongo que lo único que quiere es que termine su propio período de duelo para poder, ahí sí, descansar en paz.
No la dejan. Nos vimos forzados a desmenuzar el cadáver antes de tiempo.
Mar 16, 2007 @ 02:25:02
Habrá que perdonar «ciertos» errores que cometen las personas mayores. La soledad de un viudo, no ha de ser fácil, pero tampoco tanta prisa…¿no?
Mar 16, 2007 @ 16:01:40
Nada marca más la presencia de alguien o algo que su propia ausencia. Yo supongo que en éste ritual satánico que describís se debió sentir tan materializada la luz de la ausencia que dolían los ojos y algunas otras cosas también.
Te mando un gran abrazo!
(Tal vez no me leas muy seguido por acá porque empecé con la facultad, pero te voy a seguir leyendo igual que antes sólo que tal vez no tenga tiempo para comentar a todos, beso!)
Mar 16, 2007 @ 20:22:07
Che me gustó mucho el texto; y el «yo quería tener candor» es genial. Supongo que pasaré más seguido. Saludos
Mar 16, 2007 @ 22:03:15
MARCELO: realmente, dolían varias almas, si. Un fuerte abrazo para vos también, y a estudiar!!!! je. Beso
PVNCHO: bienvenido!!! que bueno que te gustó…(si no te gustaba…lloraba!!!) y bueno….yo quería tener candor viste!!!!
Y pasá cuando quieras…