Vacaciones web

Cansando y  descansando

Los viajes son algo díficil de explicar. En ellos, mi parte de protagonismo me ha ubicado en las estaciones,  esperando o despidiendo a alguien. Desfilaron subiendo y bajando de ómnibus y trenes: amigos, parientes, conocidos, amigos de parientes, parientes de amigos, amigos de los amigos, conocidos y desconocidos tambien…

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Mascotas…

El maravilloso mundo de los animales…(?)

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¡SE LES ESCAPÓ LA TORTUGA!

Hoy hablando con mi hija mayor, llegamos a una conclusión: la mascota de su amiga Inti, (Ruperta, la tortuga), ha recorrido mucho más mundo que yo!!

El beso…

Oh!!!, los besos…

«El Beso» Gustav Klimt

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Esto comenzó con una pregunta simple: ¿cuál es la historia del beso? Me dispuse a buscar información, preguntando a los conocidos, suponiendo probabilidades y leyendo algunos artículos al respecto. 

Las estaciones…

La emoción otoñal 

 

No le pongo estados de ánimo a los días de la semana, ni a las tardes de lluvia, ni a las estaciones del año. Suele vestirse al otoño con aire de melancolía, tristeza o depresión; tanto como al invierno. En los cambios cromáticos en la paleta de colores, la naturaleza es evidente, ya nos anda rondando. Los árboles no lucen su verde «esplendor» moda primavera-verano. El aire, mas fresco, me despierta con otras energías. Ciclos de la naturaleza, inevitables ciclos de vida…

Soné…

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 Comenzar a conocer la historia de la música a través de los sonidos, fué algo realmente impagable… En mi infancia ellos marcaron un rumbo claro, grato y divertido. Mi viejo, músico; tocaba dos instrumentos (contrabajo y corno francés), ensayaba habitualmente con algunos músicos más en casa (él dividía sus pasiones sonoras entre la música clásica, el tango, el flocklore y el jazz). Maravilloso vivir con  sonidos «a domicilio»!! Los distintos períodos musicales recorrían nuestro hogar, existíamos a la par. Los estilos alentaban el ánimo.  Desde muy pequeña, gustosa me colaba en las clases de piano de mi hermana mayor; más o menos para cuando la altura de mis ojos llegaban al borde de las teclas. Aquel horizonte blanco y negro, sonoro y profundo de ébano y marfil me maravillaba. Fascinación absoluta!!  

Ausencias

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   Ella estaba allí sin que pudieran verla, con su pelo blanco y un extraño gesto en el rostro. No era felicidad lo que iluminaba aquella mirada lejana, podría tratarse de burla o rabia. Desde donde se hallaba pudo ver como algunos sufrían a la par de su dolor y de su ausencia. No podía emitir sonido.  Privada de realidad, guardar  una secreta esperanza, la de acariciar  a algún nieto, imposible!! Tomarse de la mano de aquel que por tantos años  la  había  acompañado;  se complicaba aún más!! Volver a estar con él, con su amor…

«¿Qué ves…qué ves cuando me ves…?»

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Vez pasada me encontré leyendo un artículo muy especial; consistía en una breve reseña de la vida del «Hombre elefante», Joseph Merrick. Algo conocía de su existencia y había visto la película de David Lynch. Todo lo que se ha escrito sobre este hombre hace referencia a los padecimientos que soportó debido a su aspecto. Dolorosa historia de vida, triste. Nacido en 1863, vivió 27 años; rechazado, degradado, evitado por una sociedad que lo condenaba por su «aspecto«. Fuera de su voluntad, su enfermedad lo martirizó hasta matarlo. Esta dolencia lo caracterizaba penosamente como un «monstruo» o fenómeno «de circo» (puesto en exposición como objeto «raro»).

8 de marzo, un día…

 …internacional de la mujer…(puf!)

 Compartimos estrógenos, hijos, realidades, novios, sueños, hermanos, trabajos, razas, gustos, recuerdos…ahí vamos pisando este planeta. Musas inspiradoras; madre naturaleza, una hermana en el dolor y la esperanza.  Género: femenino. En razas, formas,  tamaños, ideas, vivencias, creencias casi infinitas. Solo somos tantas como individualidades nos caracterizan. Este ser humano especial, incompresible e incomprendido es la mujer. Nos lamentamos casi tanto como nos brota la risa. Padecemos los más terribles males que pueda padecer alguien sobre la tierra, pero solo hasta que quien esperamos nos llame por teléfono, lo haga. Suspiramos de cansancio, inspiramos espíritus rebeldes, cautivamos pensamientos, determinamos la continuidad de una familia o mejor dicho, el de la especie…

Al fin solos…

Al fin terminó, ya se fueron casi todos. Quedan algunos perdidos, nada más. La normalidad retorna a las calles, al aire. Los «locales» nos cruzamos por las calles y solo nos falta el guiño cómplice «todo ok, ya se fueron!!«. En el ambiente corre una especie de onda expansiva de oxígeno extra, provocada por los suspiros de alivio. Todos nosotros, resoplando de cansancio por lo vivido en estos dos últimos meses de invasión, de atropello, de trabajo fuerte (casi forzado). Ahora a la normalidad, todo es más liviano, como de entre casa. Ponete las chancletas, sacate los ruleros, aflojate el cinto, ya fué…terminó.

Estable y compensada…

O como volar además…en silla de ruedas

Tendida en la camilla esperé por lo desconocido. Era como un viaje al espacio sin haber hecho el curso para astronauta. Un diagnóstico rápido y puntual, había determinado una cirugía idem. No entendía mucho, simplemente que quien quitaría aquel tumor sería una eminencia, respetado por colegas y demás. Me ingresaron al quirófano, todo parecía… una nave espacial. Aparatos con ruiditos, gente vestida de distintos colores; blanco, verde, azulino. Me rodearon para empezar a hacer lo que debían hacer. Guardo como un recuerdo particular (además del temor gigantesco), la música.