Renacer…

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Capeando el temporal de la vida, venía hace tiempo. Mareada, desorientada y sin demasiado horizonte visible. Las emociones y sus zancadillas nos juegan de manera sieniestra, frecuentemente. Que tan dispuestos a los juegos estamos es cuestión de infinitos factores. Hoy, como buen lunes, arremetí hacia lo cotidiano. El mejor humor me visitó sin previo aviso, como augurio tranquilo. Los días grises me ponen bien. Coloreo a mi antojo, y recobro libertad. Ave Fénix, me han sabido decir. Tal vez sentí la confirmación de aquello que bien sabemos, «imposible escapar de nosotros»; y tuve que reencontrarme. Doblando una esquina, ahí me ví, allí estaba. Más

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La insoportable levedad del ser…

O la «Eterna insoportabilidad de las moscas…»

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Quiso el destino que descubriera algunas particularidades de ciertas especies de moscas, mediante una sencilla experiencia : sufrir una intoxicación severa en el intento de eliminarlas…

Desde hacía unas semanas, largas e interminables por cierto, mi cocina venía siendo visitada e invadida por una clase de «mosquita» pequeñita, grisecita, insufrible…una basurita realmente. Mi triste humanidad se limitaba a espantarlas o eliminarlarlas individualmente a la vieja usanza (Green Peace, pido sinceras disculpas!!!): palmeta, trapo, rollo de diario…en fin. Ya entrando en la impaciencia, modifiqué el rumbo de los hechos; compré un insecticida. El mismo prometía eliminación instantánea y mantener una barrera de protección casi por siglos; la eternidad sin moscas, maravilloso!!! Más

«Lo haremos, Campeador, tal como lo deseáis. Dadles de firme, herid sin vacilar».

Frase del libro «El poema del Cid»… (Autor: Anónimo, menos mal, no le afané a nadie!!!)

¡¡¡¡Vengo con el humor de mil perros con hidrofobia!!!!  (Frase mía)

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Digamos que esto sería mas o menos así:

  • Sentarse tras el teclado y transcribir floridos e interesantes fragmentos de cuanto maravilloso libro se haya leído, incluso de aquellos que ni la más minima…(denota inteligencia!!!, ). Más

De madera somos…

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Los amigos, pucha, que bueno tener amigos. No soy de las que junta por montones y se jacta de lo mucho que amontonó; tengo los que tengo y valen. Hoy por la tarde, luego de una mañana de esas, llenas de cosas GROSAS, una amiga del alma se vino para mi laburo, había que ponerse al día. No nos veíamos desde el día que me hizo la gamba, «¿te acordás?», ¡qué momento!, en fin. Se apersonó por la oficina como a las cuatro y media de la tarde. Un calor de locos, humedad del ochomil por ciento. Ella amigaza se vino en bici para escucharme y para razonar juntas. Más

Va con …candor

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Ahora todos andan con eso del día de los enamorados y bla bla…no soy partidaria de dichos «días comerciales», absoluto y respetable silencio de mi parte. En realidad como alegoría, pongo lo que he podido rescatar de algo que escribí, puede tener que ver con el tema. Realizado el día 27 de octubre del 2006 (algo modificado). Más

Raíces

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Sostienen vida e impulsan crecimiento. Absorbiendo nutrientes, basamentan futuro. En ellas descansa y se agita  la existencia. Emergiendo designios y un destino. De las mías, aquí me encuentro. Por las que me enorgullezco, aunque algunas veces incrédula, padezco. Inequívoca mezcla de nativos y colonos; guardan aún su lucha y su dominio en mis venas. Debate de existencia que no cesa. Disipo dudas, «sos como tu abuela», pretende algún tío; «sos como tu madre» decía mi padre. Soy como intento, insipiente logro. Sería suya, pero no es posible. Sería otra, pero soy esta. Aún, tras años de existencia me concedo treguas, todas inclumplidas. Me inmolo, simplemente para continuar. Se que algún paisano al contarle sobre mi vida hoy, diría: la sangre manda…y el corazón, ordena.

Sin idealizar…

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Sería conciente de las distancias, cuando aprenda a medirlas. Me aferro a las constantes batallas de mi mente, esas que se libran ante la realidad. Depender del tiempo, los espacios, las personas u objetos que comparten mi existencia, ardua tarea. Mis duros contrincantes por roer. Desestimo mandatos todo el tiempo, mientras cubren silenciosamente mi mente. Hoy, observando el mar, abstraída de su entorno dantesco, temo. No el temor del hasta donde, sino del «hasta cuando». Esos espacios, que como el mar, amplios e inapelables, me limitan y me encierran nuevamente en el temor. No sé medir. No sé explicar cuanto afecta la distancia a mi existencia. He de padecerla desde hace siglos. No sé encontrar respuestas a los espacios vacíos de mi alma. Tal vez deba recorrerlos y perderme. Encontrarme y perderme,  transitándolos. Nunca sabré si, de aquel lado del horizonte tenga que pararme y gritar por lo hallado. O simplemente regar esos vacíos espacios con mis lágrimas. Me gustaría si, encontrar lo que espero…o a quien espero. No puedo imponerme esperanzas,  perdería. No debo olvidar entonces que  sin idealizar, se sobrevive…

«¿La cosa más bella?»…Tomatelá!!!

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Desde la infancia,  guardo un recuerdo  especial del cine de suspenso (ahora llamados «thriller psicológicos»). En particular de esos films  en los que había indefensas señoritas  acechadas por desconocidos. Escenas que transcurrían en las viviendas de solitarias damas, lugares con ventanales enormes, que no reparaban en intimidades. Se iba describiendo el suceder de sus vidas en completa calma,  hasta que…ring ring… algún teléfono sonaba.  A veces era el «ding-dong»  de sus puertas, las que al abrirse dejaban ver una enorme caja de  regalo o a un mensajero con decorativos ramos de flores anónimos.  A partir de allí,  situaciones amenazantes  con voces de sujetos enajenados al teléfono comenzaban. Más

Las inolvidables vacaciones de la familia Gutiérrez

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     Intentando que las vacaciones fueran diferentes a su vida cotidiana, la familia Gutiérrez decidió partir para aquella villa de fin de semana. Nadie pensó que dentro de los precios accesibles, fueran a ocurrir sorpresas  desagradables; es promocional, aclaró rápidamente el Sr. Gutiérrez, mientras orientaba su Renaul 4 L  sobre la vieja ruta.

     Cual mandato divino,  los niños se encargaron de cubrir las alfombritas «originales» del vehículo con toneladas de miguitas de cuanta galletita pudieron embuchar; mientras la madre leía en voz alta la columna de sociales del diario local; un encanto. Para las dos horas y media que llevaban de viaje, no demostraban cansancio acorde, es que «el renó es aguantador» repetía el Sr. Gutiérrez con un dejo de orgullo demasiado patético. Más