Capeando el temporal de la vida, venía hace tiempo. Mareada, desorientada y sin demasiado horizonte visible. Las emociones y sus zancadillas nos juegan de manera sieniestra, frecuentemente. Que tan dispuestos a los juegos estamos es cuestión de infinitos factores. Hoy, como buen lunes, arremetí hacia lo cotidiano. El mejor humor me visitó sin previo aviso, como augurio tranquilo. Los días grises me ponen bien. Coloreo a mi antojo, y recobro libertad. Ave Fénix, me han sabido decir. Tal vez sentí la confirmación de aquello que bien sabemos, «imposible escapar de nosotros»; y tuve que reencontrarme. Doblando una esquina, ahí me ví, allí estaba. Más
Dicen que dijeron…