Pequeña comedia dramática en 4 actos y un finale…

Arranqué el día con energía, mucha. La mañana, trabajando hasta parte de la tarde. La famosa rutina. Ninguna queja. Ya no vale la pena. Por las tardes, el otro trabajo: el de madre.

Acto I:

Maestra del jardín de infantes que informa a un grupete de madres:

– Deberían ver mamás…que los nenes estan jugando mucho con patadas y esas cosas….creo que es por el prorama de los Power Rangers…

Se inicia de esta forma, el control de la tele con el infante. Hablarle hacerca de lo beneficios de eliminar dicho programa. El menor entiende pero se hace el sota.

Una, que es una madre moderna, puf modernísima!!, se enrosca en un debate…bueh…sí…monólogo para con el niñito en cuestión. El mismo consiste en disuadirlo …y no, no es disuadido ni a palos..(obvio, sin golpes, che!!)

Acto II:

El gurrumín encantador, que entiende plenamente lo que le digo, escucha. Explico acerca de coreografías de los actores, de ensayos, de sets de filmación, de la falta de destreza en la lucha «Poweriana» de su parte y la de sus compañeros…Él sigue escuchando. Y yo, llenando el living de palabras, inundando con letras voladoras. Planteo la opción de otros programas… (La verdad, poco mira, ¡¡gracia’dió!!) Mi discurso en un crescendo majestuoso… y continúa.

Tal vez mida con temor la posibilidad de un padre demandándome judicialmente por patadas voladoras sin ensayo. O quien sabe….pagos de onerosas facturas en clínicas de traumatología, no lo se.

Acto III:

Terminada la merienda, y bajo un mutis raramente utilizado, el pequeñuelo existe, ahí, cerquita de mis discursos vanos.

Lo miro, para ver si por algún poro me extiende una señal de entendimiento, nones.

Temo que el diálogo, tan recomendado por los profesionales, esos que se la saben lunga, no esté funcionando.

Intento ridículamente demostrarle lo peligroso de algunos movimientos de dichos personajes, que bueno…en mí, quedan absolutamente deplorables. A estas alturas, confirmo que el pequeñin me respeta… evita la carcajada.

Acto IV:

Mastico más excusas que plantearle. Certezas y riesgos. Pero el silencio me embarga. Me siento vencida. Él dibuja, no esgrime ni un «¿porqué no?», ni un «si mami daleee!!»…nada. Estoy derrotada. ¿Ha entendido mis palabras? ¿Estará frustrado por mi imposición de adulta responsable y madura? ¿Creerá que lo estoy bloqueando en su pleno crecimiento?

Y ahi venía yo, planteo va planteo viene…cuando de repente, lo escucho hablar…

GRAN FINALE:

Ví en su mirada un toque de preocupación. Claro, pensé, le preocupa no ver a esos personajes estúpidos. ¡¡¡Maldita televisión!!!…

Él, muy tranquilo, seguía dibujando…un hermoso dinosaurio con un pato azul y mientras me dice:

– «No te preocupes má, los Power Rangers… no existen…»

Telón.

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